"No había yo acabado de decir esto en mi corazón, cuando salía Rebeca con su cántaro al hombro, bajó a la fuente y sacó agua. Yo le dije: Dame de beber, te lo ruego."
Génesis, 24, 45
el mes de maxo vuelvo a ser el operario de tu lado más estrafalario, el coruñés de tu lado más burgués.
MOONLIGHT SALOON
VI
Ahí está el río Gila, pasando lento, denso, viscoso, como una serpiente haciendo la digestión.
Me dirijo hacia el vado y los veo, buscadores de oro. Sólo hay dos, y en la orilla un gran campamento abandonado, harapos y polvo. Los buscadores están concentrados en su criba, dándose la espalda. Reclamo su atención con un grito y uno de ellos levanta la mirada hacia mí. No quiero problemas, así que estoy dispuesto a escuchar lo que tenga que decirme.
Antes de que me dé tiempo a saludarle ya está contándome su historia; yo ya estaba aquí antes de la fiebre del 48, me dice. Antes del Pony Express. Podría decirme que estaba aquí antes que el río y yo le creería. Se rasca la barba y continúa; simplemente me desperté una mañana y la tenía grabada en la mente...la pepita de oro. Bueno, me atrevo a interrumpirle, bueno, ahora mismo hay una en tu criba.
Pero no es ella. No es la pepita que yo vi, dice. Su mirada se pierde en la nada. Vuelve en sí. Esta pepita que ves aquí (me la enseña levantándola hacia el sol) vale menos que nada para mí. Yo busco la pepita de mi sueño, su forma, sus estribaciones, sus hendiduras, como las montañas y los valles del mundo. Mi mundo.
Entonces se gira hacia el otro buscador y le entrega la pepita de oro que me acaba de enseñar. El otro la mira y sale corriendo del agua, dando saltos de alegría, tira la criba en la orilla y al pasar a mi lado me palmea la espalda, alborozado. Ya casi está, grita, ya casi lo tengo, grita a los cuatro vientos, mi mula cubierta de oro para hacer una entrada triunfal en el pueblo, como un rey celestial.
Desaparece tras las tiendas. Me meto en el agua para cruzar el río y aprovecho para rellenar mis cantimploras. El sol cae sobre los montes Chocolate. Parece que puedo tocarlos con la mano.
Génesis, 24, 45
el mes de maxo vuelvo a ser el operario de tu lado más estrafalario, el coruñés de tu lado más burgués.
MOONLIGHT SALOON
VI
Ahí está el río Gila, pasando lento, denso, viscoso, como una serpiente haciendo la digestión.
Me dirijo hacia el vado y los veo, buscadores de oro. Sólo hay dos, y en la orilla un gran campamento abandonado, harapos y polvo. Los buscadores están concentrados en su criba, dándose la espalda. Reclamo su atención con un grito y uno de ellos levanta la mirada hacia mí. No quiero problemas, así que estoy dispuesto a escuchar lo que tenga que decirme.
Antes de que me dé tiempo a saludarle ya está contándome su historia; yo ya estaba aquí antes de la fiebre del 48, me dice. Antes del Pony Express. Podría decirme que estaba aquí antes que el río y yo le creería. Se rasca la barba y continúa; simplemente me desperté una mañana y la tenía grabada en la mente...la pepita de oro. Bueno, me atrevo a interrumpirle, bueno, ahora mismo hay una en tu criba.
Pero no es ella. No es la pepita que yo vi, dice. Su mirada se pierde en la nada. Vuelve en sí. Esta pepita que ves aquí (me la enseña levantándola hacia el sol) vale menos que nada para mí. Yo busco la pepita de mi sueño, su forma, sus estribaciones, sus hendiduras, como las montañas y los valles del mundo. Mi mundo.
Entonces se gira hacia el otro buscador y le entrega la pepita de oro que me acaba de enseñar. El otro la mira y sale corriendo del agua, dando saltos de alegría, tira la criba en la orilla y al pasar a mi lado me palmea la espalda, alborozado. Ya casi está, grita, ya casi lo tengo, grita a los cuatro vientos, mi mula cubierta de oro para hacer una entrada triunfal en el pueblo, como un rey celestial.
Desaparece tras las tiendas. Me meto en el agua para cruzar el río y aprovecho para rellenar mis cantimploras. El sol cae sobre los montes Chocolate. Parece que puedo tocarlos con la mano.
Comentarios
para cuando un tiroteo o un duelo...pium pium!