ARTÍCULOS DE TIPO PERIODÍSTICO II: LA MÁQUINA DE EDISON

 

(En 2008, a instancias del sr. Massa, escribí varios artículos para la revista On Ferrol Narón, desaparecida poco después. Este es uno de aquellos artículos, titulado "La máquina de Edison").

Se ha sabido recientemente que a finales del año pasado se encontró en el lecho del Ródano a su paso por Arles ( sur de Francia) un busto de Julio César (100- 44 a.C.) que resulta ser el único hasta ahora conocido que se realizó en vida de este gran hijo de la Loba romana. Este retrato, datado en el 46 a. C., muestra a César con el cabello escaso y atraído hacia la frente, con el ceño fruncido, la frente alta y ancha y la cara redonda, tal como lo describió el historiador Suetonio (70- 150 d.C.) : “ Cara redonda y ojos negros y vivos... se atraía sobre la frente el escaso cabello para disimular una calvicie que le incomodaba...” A medida que pasó el tiempo tras la muerte de Julio César sus retratos en estatuas, monedas, etc. se fueron idealizando, dándole una imagen de semidiós al cimentador del Imperio Romano. Bueno, también recordamos el perfil aguileño del César de los cómics de Astérix...

El caso es que nunca estaremos seguros del todo de cómo era su rostro a pesar de ser uno de los hombres más poderosos de la historia. ¿ Y cómo era el rostro de Cristóbal Colón? ¿ Y el de Shakespeare? ¿ Cervantes? Los retratos que conocemos de ellos no son fiables, y eso que no hablamos de personajes de épocas remotas, como en el caso de César...o de Pericles, Alejandro Magno, hombres en el centro del poder. ¿ Y cómo era el rostro de Juana de Arco, mujer y campesina en la Edad Media?

Hoy en día todos aparecemos en miles de fotos y grabaciones, y las caras de los famosos y poderosos surgen todos los días ante nuestros ojos a cualquier hora y en cualquier lugar. Esto contrasta con el hecho de que, a principios del siglo XX, en ciertos pueblos remotos de Francia, los campesinos creían que Napoleón aún seguía vivo. El gran corso no llegó por poco a cruzar el umbral de la fotografía.

Ciertos acontecimientos ya no se viven, sólo se fotografían o se graban. En cambio, nunca sabremos (en el sentido de que nunca veremos ni oiremos tal cual fue), e incluso es difícil de imaginar (las películas están muy lejos de ayudarnos, y más si en ellas aparecen actores conocidos y están dobladas ) cómo fue realmente el primer encuentro entre Hernán Cortés y Moctezuma, por ejemplo, o cómo era la llegada de los piratas a las costas gallegas para asolarlas y la reacción de nuestros antepasados. Resulta sobrecogedor ver en un museo del Cairo y en buen estado de conservación la momia de Ramsés II, el faraón que supuestamente se enfrentó a Moisés; un rostro descubierto que nos mira a 4.000 años de distancia.

Las preguntas sobre el pasado que nunca captaremos (ni cataremos) con los sentidos son casi infinitas. Pero Thomas Edison (1847- 1931) creyó que sí era posible conocer de primera mano los hechos y las figuras más importantes del pasado. Inventor del fonógrafo, se propuso en cierto momento ir más allá e inventar un aparato que permitiera recoger del aire los sonidos del pasado, con la intención de llegar a escuchar la voz y las palabras de Jesús de Nazaret.

Ahora el presente que Edison comenzó a grabar con el fonógrafo es nuestro pasado. Visto así, puede decirse que el gran inventor americano logró uno de sus objetivos más descabellados. Pero nunca presenciaremos el pasado porque, simplemente, el pasado no existe...

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