Un Domingo Cualquiera

Hacía un par de milenios que no me despertaba un domingo tan temprano, así que me fui a dar un garbeo por la playa más cercana. Me senté mirando al mar. Giré la cabeza hacia mi derecha y vi un piano de cola languideciendo en la orilla. Me acerqué a él para comprobar si estaba afinado, pero entonces alguien me agarró del brazo; era una mujer y no sabía hablar. Me recordó enseguida a tu madre, que se casó tan joven sin saber apenas nada de la vida de ultramar.
Entonces me desperté, era domingo y era muy temprano. Sentí la arena húmeda en mi espalda y salí de la cueva, y el sol me cegó. Cuando me acostumbré a la luz te vi en la orilla, escribiendo tu nombre en el agua. Me hablaste en latín y te entendí perfectamente, por lo que te respondí:"no, ya sabes que no me acuerdo como se juega al parchís."Eras tan joven como tu madre cuando se casó, así que anulamos el compromiso.
Me desperté y era sábado, y tenía una arruga de menos. Mi hermano gemelo me sonreía burlón, como diciéndome a ver cómo sales de esta. Yo sabía tocar el piano, así que me dirigí al que había al fondo del garito y toqué la de "Tu padre nació en un pueblo que ahora está en el fondo del pantano, y aún suenan las campanas cuando una virgen se rapa la cabeza. Ya nadie te mirará como antes cuando te descalces y por fin tengas la certeza..." y luego el estribillo.
Sólo aplaudió un estibador borracho. Salí a la calle y me dirigí a Times Square. Mañana sería viernes y yo sería joven otra vez.

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