MONTANELLI & ANÍBAL (II)


Las polis griegas, al este, y los fenicios, con Cartago a la cabeza, al oeste, se repartían el Mediterráneo. El escenario principal del enfrentamiento entre ambos pueblos era Sicilia.

Entonces Roma, en el 264 a. C., recibió la llamada de los mamertinos, algo así como unos guerrilleros sicilianos enfrentados a los intrusos griegos y cartagineses. “Y habían transcurrido dos siglos y medio”- continúa Montanelli- “desde que Roma y Cartago concluyeran aquel solemne pacto de alianza que, a fin de cuentas, funcionaba bien” ya que veinte años antes Cartago acudió en ayuda de Roma frente a Pirro, esto es, frente a las colonias griegas.
“Pero Sicilia (...) era para los romanos Eldorado. Los que habían estado allí no hacían sino alabar sus riquezas y bellezas.”
Así, una pequeña escuadra romana cruzó el estrecho y entró en Mesina, donde apresó al general cartaginés Annón. Comenzaba la expansión romana fuera de la península italiana y con ello la primera guerra “púnica”, gentilicio con el que los romanos designaban a los cartagineses y que tiene la misma raíz que “fenicio”:
Griegos y cartagineses se aliaron contra los recién llegados. Tras una serie de enfrentamientos los mandos cartagineses se dieron cuenta de que Roma era prácticamente invencible por tierra, así que atacaron sus plazas fuertes marítimas.
“Aquí fue donde se vio lo que Roma era. No tenía naves ni marinos. En pocos meses, gracias al esfuerzo común de todos los ciudadanos, botó ciento veinte unidades.” Se enfrentaron a Cartago, confiada con sus ciento tres barcos, y vencieron. Los cartagineses se quedaron atónitos ante los recién llegados. Y así Roma, con la soberbia propia de un imperio en su infancia, decidió llevar la guerra al mar.

Tras una serie de victorias Roma llegó a treinta kilómetros de Cartago, que confió su defensa a Jantipo, un griego, tras perder la confianza en sus propios generales. Jantipo aportó “los nuevos criterios sobre el empleo de la caballería y de los elefantes que Aníbal había de aprovechar después admirablemente.”
En el 255 a. C. Cartago venció a Roma en una gran batalla cerca de Túnez. Roma necesitaría cinco años para rehacerse “material y moralmente, de aquel desastre.”

No había paz posible entre las dos ciudades, ya que ambas aceptarían solamente la supremacía total en el Mediterráneo, y la victoria de una supondría el fin de la otra. La guerra se reanudó, y apareció un nuevo protagonista: Amílcar Barca (“fulgor” en la lengua de Cartago), el padre de Aníbal, comandante supremo del ejército y de la armada. “Fue el inventor de lo que ahora se llaman comandos”- afirma Montanelli- “y comenzó a lanzarlos, con efectos devastadores, hasta en las costas de la península [itálica].” Con ambos contendientes agotados, la primera guerra púnica finalizó en 241 a. C. “Pero todos sabían, tanto en Roma como en Cartago, que aquella paz era solamente un armisticio.” Los cartagineses se llevaron la peor parte, teniendo que ceder toda Sicilia, pagando una fuerte indemnización, aceptando la competencia comercial romana en todo el Mediterráneo y sufriendo conflictos internos, con asedio de la ciudad por parte de sus propios mercenarios incluido, finalmente degollados y crucificados por Amílcar. Mientras tanto Roma ocupaba Cerdeña, y Cartago, ante las circunstancias, aceptaba su pérdida, a la que se sumaría la de Córcega.
Tras esto Amílcar “pidió a su gobierno que le proporcionase un ejército para restablecer el vacilante prestigio fenicio en España y constituir allí una base de operaciones contra Italia.”

Antes de partir llevó a sus tres hijos, aún niños, al templo, y les hizo jurar ante el altar de Baal Haman que un día vengarían a Cartago. Los niños acompañaron a su padre en su campaña.
Al desembarcar en España “La madre patria no movió ni un dedo para ayudarle, pero Amílcar lo hizo todo solo”, aplacando las rebeliones de las ciudades rebeldes. Durante uno de estos combates murió, siendo aún joven.
A Amílcar le sucedió su yerno Asdrúbal. A su muerte, ocho años después, “los soldados aclamaron como general en jefe a Aníbal, el mayor de los tres hijos de Amílcar.”

Comentarios

Entradas populares