DUE ORANGI E CHAMPIÑONI

Rib/veira, año 2008. Los montes y campos circundantes a la capital del Barbanza están dominados por una serie de bandas de buscadores de setas que tratan de imponer su dominio unas sobre otras. Para gran riesgo de mi vida y de mi reputación logré infiltrarme en una de ellas, la de don Vicius Minigno. Don Vicius me llamó una tarde y me invitó a ir a buscar setas con él y uno de sus lugartenientes; un auténtico gesto de confianza, ya que la mayoría de los viveros de setas ("tocas" en el vocabulario de estas organizaciones) son secretos.
Al acabar la tarde habíamos recogido varios kilos de champiñones y cantarelos. Don Vicius me dijo que me llevara algunos a casa; primero le dije que no, pero dijo que si no lo hacía lo consideraría una ofensa. Así que cogí la bolsa llena de cantarelos y me fui. Ya podía considerarme miembro en pleno derecho de la banda, y juré no revelar la ubicación de las mejores tocas.

Al día siguiente estábamos en la puerta del bar con el resto de los muchachos, don Vicius y yo en la terraza. Se acercó un chico de unos 20 años y se desmoronó ante don Vicius pidiendo clemencia;así que don Vicius le pidió que se sosegara y le explicase a qué venía todo aquello. El chico le contó que le había revelado la ubicación de una de las tocas a K. (no pongo su nombre completo ya que si lo hiciera peligraría mi integridad física), jefe de una banda rival que poco a poco se va haciendo con los territorios de otras bandas más débiles. Don Vicius se mostró muy disgustado por la indiscreción del chico y se lo hizo saber. El chico suplicaba el perdón del don una y otra vez. Don Vicius lo dejó marchar, de momento.
Varios días más tarde llegué al bar donde se reúne la banda y allí estaba el don con Chuachi (alias Pepis, alias Elbow), un buscador de setas conocido por su brutalidad esquilmadora y su falta de escrúpulos. Hasta entonces había ido más o menos por libre, pero don Vicius lo había convencido para que formase parte de su banda en la guerra que se avecinaba contra K. por el control absoluto de las tocas. Después de comer recorrimos zonas que tradicionalmente habían estado bajo el control de don Vicius y allí comprobé que la fama de Chuachi estaba justificada:le daba igual el tamaño de las setas, les pasaba el cuchillo a todas, a pesar de que don Vicius intentaba que se controlase. Casi me vengo abajo, pero pensar en que era el único testigo de estos hechos para que el mundo pueda conocerlos me hizo mantener la serenidad. Tuve que demostrar que estaba absolutamente involucrado en los intereses de la banda y participé activamente en la escabechina de amanitas cesáreas de cierta toca.
Al día siguiente supimos que además de K. había una nueva banda que resurgía en la zona tras una temporada fuera de las actividades seteras: la banda de Doc, alias il Dottore, alias Lupas, un auténtico profesional con gran olfato para descubrir tocas ajenas y algunas nunca descubiertas, y que presume de ello.
ahora que se acerca el otoño la guerra es inminente. Escribo esto desde un cuartucho clandestino en las afueras. Como me descubran formaré parte del próximo sofrito de cantarelos.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Ten mucho cuidado con Don Vicius. Te daré unos consejos que aprendí en los quartieri de Palermo. Nunca te pongas del lado de nadie que vaya contra la familia y mantén cerca a tus amigos, pero más cerca a tus enemigos. No confies en riki "ojos de Serpiente" y nunca lo olvides: amistad y dinero... agua y aceite.
O Funguiño ha dicho que…
Entre los consejos que aprendió nuestro amigo en Palermo, probablemente olvidó uno muy sencillo de seguir: "No toques los cojones con un palo a un gorila de lomo plateado furioso". Un viejo dicho de Corleone perfectamente válido en nuestros días y cuyo olvido estuvo a punto de costarle caro. En cuanto a las amanitas, pequeño infiltrado, yo de ti me guardaría de regalos fúngicos. Te has metido en un mundo muy peligroso y dentro de poco desearás escribir tu blog en una calle de Basora con una camiseta que rece: "Alá es Glande y Mahoma su porreta". Será más seguro para tí que las calles de La Novena.

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