"Los judíos creen que treinta y seis hombres justos, los Lamed Wufniks, justifican el mundo ante Dios. Ninguno de ellos sabe que es un Lamed Wufnik ni tampoco la identidad de los otros treinta y cinco pero, por razones que sólo Dios entiende, su existencia impide que el mundo se desmorone."

Alberto Manguel, Nuevo elogio de la locura


BLANCA CONTRA EL CIELO AZUL#6

Tutmosis IV y su cíclope, una chica guapa y varonil, espían a los bebés invisibles que sostienen mapas con el camino más corto hacia Plutón. Las musarañas los observan. Los diantres se hacen autónomos y Tutmosis ordena al cíclope que saque el látigo y les dé placer para que distribuyan sus ambientadores con forma de pirámide por todo el cotarro.
La protagonista de una tragedia alemana excava una zanja. Todos, absolutamente todos, saben que Blanca es preciosa como el éter y pretenden construir un observatorio, si las piedras y el caucho son suficientes, para observar la canción de cristal de su ombligo, los anillos de Saturno de su epidermis reluciente, su supernova.
Esta misteriosa civilización sucumbe y es reemplazada por hordas de agentes de seguros con corbatas atadas en la cabeza, adoradores del fin de año. Estas hordas se engullen a sí mismas y a sus pólizas en su nomadismo onanista. El desierto cobra vigencia. Nadie enriquece Urano durante un periodo de tiempo largo como una espera sin ducados.
Entonces llego con Blanca cuando antes estaba sin Blanca. Nos instalamos en el observatorio. Nos preguntamos por qué hay anémonas en sus paredes y ni una fregona. Blanca cubre el vacío de aleluyas y reniega de los brutos malabaristas, lanza su collar al espacio y se descalza,estableciendo una mitología que pertenece al imaginario del "Embraceable You" en clave tartamuda. Un desfile de escanciadores de horchata superpone "Pedro Navajas" a la espalda del unicornio y bailamos como si nunca antes hubiéramos tenido pies y como si el funky no hubiera existido nunca. Los punkis se van a dormir cada uno con su pijamita y los reponedores de supermercado se llevan cada uno una puerta en sus narices.
Entonces blanca dice "se está bien aquí", y yo respondo "sí". Se pone la máscara de mil hombres y yo la de mil mujeres y nos reconocemos el uno en el otro. Salimos a celebrarlo. En nuestra ausencia la señora de la limpieza inventa la fregona y perfecciona las cerillas y la tinta invisible.

Regresamos y ante tal panorama hacemos un esfuerzo por difuminarnos, pero el fundido en negro nos engulle. Algún día, Blanca, leerás mi nombre en un solar y entonces nos perderemos en la gloriosa lluvia.

Comentarios

maripeli ha dicho que…
Ajá... He de admitir que me desconciertas y, sin en cambio (without in change), me enganchas. No como yo a ti, que ya no me quieres como antes... xD

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