LA CALMA ANTES DE LA TORMENTA. NUEVA INGLATERRA, INVIERNO DE 1703 - 1704.

 "El gobernador y sus consejeros contestan con simpatía a estos llamados de (y en defensa de) Deerfield. Los impuestos son "abolidos". Y se les concede "una cantidad a ser pagada por la hacienda pública para sostener el ministerio en Deerfield". Y se envía a "dieciséis soldados" para que sean "su guarnición". Los espíritus se vivifican ante las nuevas fortificaciones. El pueblo se siente ahora más protegido.

Y entonces sobrevino la calma. Noviembre, diciembre, enero: una estación más fría que de costumbre, y mucha nieve por toda Nueva Inglaterra. Deerfield no se tranquiliza de inmediato; su gente sigue durante un tiempo "atenta a los peligros". Hay rumores de guerra, pero no de verdaderas batallas. A principios de diciembre, la "guarnición de soldados" es retirada y, posiblemente por la misma época, algunas de las familias hospedadas temporalmente dentro del fuerte vuelven a sus hogares.

 ¿Ha pasado ya el peligro? Algunos siguen aprensivos - por ejemplo el ministro, a quien (más tarde) se lo describe como "altamente obsesionado por la idea de que el pueblo acabaría destruido al poco tiempo"-. Pero hay otros que "se despreocupan de [tales] ideas" (...) Las noticias vienen y van. Nadie puede estar seguro. 

A mediados de febrero, el humor cambia  hacia una atenta vigilancia. Malas noticias llegan del este (...) El coronel Samuel Partridge, comandante militar del valle de Connecticut, espera "que el enemigo llegue a estas partes" y, entonces, "nuestros pueblos del interior estarán en peligro [...] sobre todo Deerfield". También existe la posibilidad de un ataque directo por el norte (Canadá): "estamos resguardados y esperamos un respiro hasta que los ríos rompan y el gran cuerpo de hielo que tenemos aquí río arriba se venga río abajo", y después "esperamos problemas". Apenas hay tiempo para restaurar las defensas locales, por lo que el 24 de febrero se reasignan veinticuatro "mosqueteros" a Deerfield."


 

Historia de una cautiva. De cómo Eunice Williams fue raptada por los indios mohawks, y del vano peregrinaje de su padre para recuperarla. John Demos. Turner. Fondo de Cultura Económica, 2002. Traducción de Martí y Pablo Soler. pp. 29-30.

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