"ENSAYAR ES DE FLOJOS" (Andante Giocoso)
El cantante de la orquesta se puso a hacer una escala en el teclado en pleno merengue. Me asaltó la escena final del Commendatore de Don Giovanni, en la que se escucha una progresión semejante de las cuerdas. Al día siguiente volví a escuchar los mejores momentos de Don Giovanni, que seguían latiendo en mi memoria musical y seguirán haciéndolo hasta el fin de mis días desde que tuve el privilegio de formar parte de la representación de esta cumbre del ingenio humano. En aquel momento me sacudió; hoy en día, si tuviese que estar como entonces en el escenario mientras la orquesta toca la obertura y en la mencionada escena en la que el Commendatore vuelve a por Don Giovanni, posiblemente me desmayaría (" es usted el primer caso, señor Stendhal").
La música es el arte supremo. No imita a nada en la naturaleza, no se refiere a nada exterior a la mente. Es patrimonio exclusivo de la mente humana, que- he aquí uno de sus misterios- se siente conmovida por una serie de sonidos ordenados. Ahí van unas citas al respecto:
"La ausencia de la relación con el exterior convierte a la música en algo único entre las artes."
"El cerebro humano es sumamente complejo y nuestro conocimiento de la forma en que la música incide en este órgano es incompleto y elemental."
"La música se ha convertido en un lenguaje simbólico del inconsciente, cuyos símbolos jamás podremos comprender."
Las dos primeras citas pertenecen a La música y la mente, de Anthony Storr (gracias Rafa, por el libro, ¡Te lo devolveré en breves!) y la tercera aparece en el estudio Psicoanalisis de percepción artística, de Anton Ehrenzweig, también citado en el libro de Storr.
Entonces surge en mi reflexión la figura de Mozart. Uno de los seres humanos más deslumbrantes que hayan existido. Don Giovanni es fruto de una evolución artística asombrosa, la de un hombre que moriría en su plenitud ¿Qué podría haber llegado a crear, de seguir vivo? Ya el simple pensamiento de algo más grande que esta ópera, o que sus últimas obras, como La flauta mágica y el Réquiem en Re menor, compuestas en el año de su muerte, 1791, a los 35 años, resulta abrumador. Como digo a veces charlando con los colegas, un par de años más...e inventa el rock and roll!
Todos conocemos los pormenores de su singular existencia, aunque sólo sea por la película Amadeus: un niño prodigio en el más pleno sentido de la palabra para regocijo de su padre, compositor mediocre y profesor de música que en cuanto se percató de que había sido bendito con un hijo nacido para ser músico como nadie antes, se dedicó por entero a su formación. El pequeño ya componía a los 4 años...De existir los milagros, Mozart es uno de ellos. Como dijo José Luis de Vilallonga, "Sólo existen dos milagros: un culo bonito y Mozart."
El misterio mayúsculo que es la música se había encarnado. Otra de las anécdotas más conocidas del pequeño Mozart es aquella que cuenta que a los 6 años escuchó gruñir a un cerdo y dijo: "Gruñe en Sol sostenido". Los adultos presentes lo comprobaron en un teclado, y sí, aquel cerdo gruñía en Sol sostenido. Cómo no, poseía el don/maldición del oído absoluto, de la memoria musical absoluta, del talento absoluto.
Maldición porque a pesar de su talento absoluto- y siendo consciente del mismo, por supuesto- y su labor incansable, tuvo que pelear por hacerse un hueco en el mundo real, como cualquier homo sapiens. El mezquino mundo real. Ese cúmulo de relaciones interpersonales que se nos ha impuesto desde el principio de los tiempos y que aceptamos para no ser tachados de locos, o inmaduros, que le enfrentó con la autoridad que no sabía ver más allá de sus narices, como siempre, en este caso representada por el arzobispo de Salzburgo.
Como me pregunté otras veces al referirme a seres humanos excepcionales que no llegaron a cruzar el umbral de la fotografía (afortunada expresión de Antonio Muñoz Molina), es decir, que nacieron antes de que se inventasen las cámaras de fotos, ¿Cómo era su rostro? ¿Cómo se movía, cómo hablaba? Sus retratos difieren entre sí. Las descripciones físicas no son suficiente. Al parecer, sí tenía una risa escandalosa, al menos cuando era niño. No sabemos gran cosa, y sólo estamos a 220 años de distancia. En la película Amadeus, Salieri, momentos antes de su primer encuentro con él, busca su rostro esperando reconocer el milagro en sus rasgos. ¿Ocurre eso con los seres humanos excepcionales que todos conocemos a través de los medios? El bombardeo masivo de información visual tal vez mitiga el milagro, o tal vez éste sólo se revela en persona. No me he topado nunca con nadie tan excepcional como Mozart. En caso de que se invente la máquina del tiempo, aguardaré pacientemente en la cola hasta que todos los millonarios y mandamases hayan logrado colapsar el universo y entonces llegará mi turno de visitar a los genios, de hablar con Shakespeare, de mirar a los ojos a Picasso, de encontrar a Homero en los rostros de mil rapsodas componiendo un solo rostro fulgurante.
Como ocurre con Shakespeare, puede que algún día nos encontremos con los defensores de la teoría de que Mozart no escribió su obra,o de que lo hicieron varios...en fin, la manifestación de lo difícil que resulta aceptar la existencia de individuos realmente excepcionales y, como en este caso, totalmente consagrados a su trabajo. El Catálogo Köchel -que ordena cronológicamente el trabajo de Mozart- incluye 626 obras, desde el Andante para teclado en do mayor (KV 1a), compuesto a los 5 años de edad, hasta el Réquiem en Re menor (KV 626).
Don Giovanni se estrenó en Praga el 29 de octubre de 1787. Mozart compuso la obertura el día antes, por lo que no llegó a ensayarse. Utilizó el andante de la escena final del Commendatore y después un allegro que imagino -las elucubraciones de mi mente comparadas con su genio musical son las de un chimpancé con ropa, vaya por delante- compuso de un solo golpe de inspiración. Sabía que el andante produciría un gran impacto inicial y el allegro serviría para señalar el carácter jovial de algunos fragmentos de la ópera (y para que los músicos fuesen calentando...)
Así que la tarde del 29 de octubre de 1787, antes del estreno, llega Mozart con la partitura bajo el brazo y un cerebro luminoso como el sol bajo la peluca a sus 31 años y les muestra a los músicos la obertura que tienen que tocar sin previo ensayo. La noche anterior los violinistas no pegaron ojo sabiendo que tendrían que tocar un fragmento de música genial ante la flor y la nata de la sociedad imperial en semejante coyuntura, por lo que se lanzan ávidos a echarle un vistazo. El copista trabaja a toda velocidad para que todos dispongan de su copia. Al del bombo le da igual: "bah, ensayar es de flojos."
La música es el arte supremo. No imita a nada en la naturaleza, no se refiere a nada exterior a la mente. Es patrimonio exclusivo de la mente humana, que- he aquí uno de sus misterios- se siente conmovida por una serie de sonidos ordenados. Ahí van unas citas al respecto:
"La ausencia de la relación con el exterior convierte a la música en algo único entre las artes."
"El cerebro humano es sumamente complejo y nuestro conocimiento de la forma en que la música incide en este órgano es incompleto y elemental."
"La música se ha convertido en un lenguaje simbólico del inconsciente, cuyos símbolos jamás podremos comprender."
Las dos primeras citas pertenecen a La música y la mente, de Anthony Storr (gracias Rafa, por el libro, ¡Te lo devolveré en breves!) y la tercera aparece en el estudio Psicoanalisis de percepción artística, de Anton Ehrenzweig, también citado en el libro de Storr.
Entonces surge en mi reflexión la figura de Mozart. Uno de los seres humanos más deslumbrantes que hayan existido. Don Giovanni es fruto de una evolución artística asombrosa, la de un hombre que moriría en su plenitud ¿Qué podría haber llegado a crear, de seguir vivo? Ya el simple pensamiento de algo más grande que esta ópera, o que sus últimas obras, como La flauta mágica y el Réquiem en Re menor, compuestas en el año de su muerte, 1791, a los 35 años, resulta abrumador. Como digo a veces charlando con los colegas, un par de años más...e inventa el rock and roll!
Todos conocemos los pormenores de su singular existencia, aunque sólo sea por la película Amadeus: un niño prodigio en el más pleno sentido de la palabra para regocijo de su padre, compositor mediocre y profesor de música que en cuanto se percató de que había sido bendito con un hijo nacido para ser músico como nadie antes, se dedicó por entero a su formación. El pequeño ya componía a los 4 años...De existir los milagros, Mozart es uno de ellos. Como dijo José Luis de Vilallonga, "Sólo existen dos milagros: un culo bonito y Mozart."
El misterio mayúsculo que es la música se había encarnado. Otra de las anécdotas más conocidas del pequeño Mozart es aquella que cuenta que a los 6 años escuchó gruñir a un cerdo y dijo: "Gruñe en Sol sostenido". Los adultos presentes lo comprobaron en un teclado, y sí, aquel cerdo gruñía en Sol sostenido. Cómo no, poseía el don/maldición del oído absoluto, de la memoria musical absoluta, del talento absoluto.
Maldición porque a pesar de su talento absoluto- y siendo consciente del mismo, por supuesto- y su labor incansable, tuvo que pelear por hacerse un hueco en el mundo real, como cualquier homo sapiens. El mezquino mundo real. Ese cúmulo de relaciones interpersonales que se nos ha impuesto desde el principio de los tiempos y que aceptamos para no ser tachados de locos, o inmaduros, que le enfrentó con la autoridad que no sabía ver más allá de sus narices, como siempre, en este caso representada por el arzobispo de Salzburgo.
Como me pregunté otras veces al referirme a seres humanos excepcionales que no llegaron a cruzar el umbral de la fotografía (afortunada expresión de Antonio Muñoz Molina), es decir, que nacieron antes de que se inventasen las cámaras de fotos, ¿Cómo era su rostro? ¿Cómo se movía, cómo hablaba? Sus retratos difieren entre sí. Las descripciones físicas no son suficiente. Al parecer, sí tenía una risa escandalosa, al menos cuando era niño. No sabemos gran cosa, y sólo estamos a 220 años de distancia. En la película Amadeus, Salieri, momentos antes de su primer encuentro con él, busca su rostro esperando reconocer el milagro en sus rasgos. ¿Ocurre eso con los seres humanos excepcionales que todos conocemos a través de los medios? El bombardeo masivo de información visual tal vez mitiga el milagro, o tal vez éste sólo se revela en persona. No me he topado nunca con nadie tan excepcional como Mozart. En caso de que se invente la máquina del tiempo, aguardaré pacientemente en la cola hasta que todos los millonarios y mandamases hayan logrado colapsar el universo y entonces llegará mi turno de visitar a los genios, de hablar con Shakespeare, de mirar a los ojos a Picasso, de encontrar a Homero en los rostros de mil rapsodas componiendo un solo rostro fulgurante.
Como ocurre con Shakespeare, puede que algún día nos encontremos con los defensores de la teoría de que Mozart no escribió su obra,o de que lo hicieron varios...en fin, la manifestación de lo difícil que resulta aceptar la existencia de individuos realmente excepcionales y, como en este caso, totalmente consagrados a su trabajo. El Catálogo Köchel -que ordena cronológicamente el trabajo de Mozart- incluye 626 obras, desde el Andante para teclado en do mayor (KV 1a), compuesto a los 5 años de edad, hasta el Réquiem en Re menor (KV 626).
Don Giovanni se estrenó en Praga el 29 de octubre de 1787. Mozart compuso la obertura el día antes, por lo que no llegó a ensayarse. Utilizó el andante de la escena final del Commendatore y después un allegro que imagino -las elucubraciones de mi mente comparadas con su genio musical son las de un chimpancé con ropa, vaya por delante- compuso de un solo golpe de inspiración. Sabía que el andante produciría un gran impacto inicial y el allegro serviría para señalar el carácter jovial de algunos fragmentos de la ópera (y para que los músicos fuesen calentando...)
Así que la tarde del 29 de octubre de 1787, antes del estreno, llega Mozart con la partitura bajo el brazo y un cerebro luminoso como el sol bajo la peluca a sus 31 años y les muestra a los músicos la obertura que tienen que tocar sin previo ensayo. La noche anterior los violinistas no pegaron ojo sabiendo que tendrían que tocar un fragmento de música genial ante la flor y la nata de la sociedad imperial en semejante coyuntura, por lo que se lanzan ávidos a echarle un vistazo. El copista trabaja a toda velocidad para que todos dispongan de su copia. Al del bombo le da igual: "bah, ensayar es de flojos."
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