"La mayoría de la gente que trabaja con las palabras no tiene demasiada fe en ellas, y yo no soy una excepción (sobre todo si hablamos de las grandes palabras como Feliz y Amor y Honrado y Fuerte). Son demasiado huidizas y sobremanera relativas cuando las comparamos con otras palabras pequeñas y humildes y cortantes como Gamberro o Barato o Farsante. Con éstas me siento cómodo, porque son desnudas y fáciles de retener, pero las grandes palabras son duras y tendrías que ser cura o necio para utilizarlas con un mínimo de seguridad y soltura."

Hunter S. Thompson, El diario del ron

"What we got here...is a failure to communicate."

El capitán y Luke Jackson en La leyenda del Indomable (Cool Hand Luke, A lenda do Afouto)

"You say goodbye, and I say hello"

Paul Mc Cartney, "Hello Goodbye"

FANECAS

Ésta es una de esas historias de sobremesa en la que tus padres te recuerdan alguna hazaña de tu infancia, y si hay extraños delante o amigos que no conocen tu leyenda negra, mejor. De la que voy a contar ahora no guardo ningún recuerdo, y mis progenitores ni siquiera me la habían contado hasta hace poco. Y lo más curioso es que me siento orgulloso de la proeza que supone.
Al parecer tenía yo tres años, casi cuatro. De alguna manera sabía que mi padre estaba en el puerto de Riveira, trabajando en un barco. Era el "Federico Barreras", barco mercante de bastante envergadura en el que mi viejo trabajó varios años. Así que sabiendo que mi papá estaba en un barco en el puerto, decidí ir a visitarlo, y ni corto ni perezoso cogí mi abrigo azul y me dirigí al puerto.
Llegué al Federico Barreras, al final del puerto, subí por la rampa y una vez dentro pregunté por Vicente Ferreirós. El marinero, flipándolo bastante, llamó a mi padre, que estaba en la máquina. Subió y se encontró conmigo.
-¿Que fas aquí?
-Vine a visitarte, papá.
Me llevó a la cocina; el cocinero estaba friendo fanecas, y me puso un par de ellas en un plato, y yo empecé a jalar fanecas como un lobo. la tripulación se escojonaba y mi padre, gracias a mí, tuvo una hora libre, como dijo cuando me lo contó.
En cuanto mi madre notó mi ausencia salió escopetada a la calle. Una vecina (Lita Besada) le dijo que me había visto cruzando la calle hacia el muelle, como si eso fuese lo más normal del mundo. Así que mi vieja fue a buscarme al barco y allí estaba yo, más cheo que Paco, comiendo fanecas.

Es de lo más heroico que hice últimamente.

Comentarios

maripeli ha dicho que…
¿¿Un Ferreirós de tres añitos?? xD Con patatas, me lo comía.

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