HER MAJESTY, HEMOS DESCUBIERTO LAS FUENTES DEL RÍO SEGURA
"Jodiendo locales, asustando a los turistas... sembrando el terror."
Hunter S. Thompson, Miedo y asco en Las Vegas
Me desperté en lo más profundo de Murcia, satisfecho al comprobar que la mosquitera había funcionado. Jean -Pierre Cartea, el cartógrafo francés de nuestra expedición, todavía dormía a pierna suelta, víctima de los desbarajustes horarios producidos por la vida licenciosa tan cara a los hijos de Francia.
Mr. Joseph Perish estaba perfilando su hermoso bigote alfonsino y me recomendó encarecidamente que hiciese lo mismo. Por supuesto, mi querido Perish! Acto seguido nos dispusimos a desayunar; yo mismo preparé los gin-tonics, temeroso de que los lugareños se pasasen con el limón. La señorita Lililover se limitó, sombrilla en mano, a beberse un tazón de cacao importado.
El fotógrafo brasileño de la expedición, mr. Massa, había contratado, dando una muestra de previsión bastante extraña en alguien oriundo del trópico, a un guía nativo, señor Salvador "Calderón" Carmona.
La jornada anterior,guiados por el instinto y, por qué no decirlo,por cierta temeridad bastante impropia de tan eficaces servidores de Su Majestad, nos montamos en un vapor que zarpaba del puerto de Cartagena para adentrarse en las turbias y hechiceras aguas del río Segura. Con el pecho henchido de orgullo y de afán de servicio al Imperio, ni siquiera nos paramos a pensar en las dificultades que las barreras idiomáticas podían plantear a la hora de comunicarse con la tripulación. En otro orden de cosas, la cerveza servida a bordo, a pesar de que estaba fría, fue de nuestro agrado.
Al ver que tardábamos más de la cuenta en zarpar, me levanté raudo de mi taburete, guardé indignado mi reloj de bolsillo en el correspondiente bolsillo, me ajusté los bombachos y me dirigí al capitán. Le informé de lo valioso que era nuestro tiempo y tras mostrarle mis credenciales, le ordené que soltara amarras ipso facto.
-Señor - me respondío el susodicho oficial- guarde el carné de la biblioteca. Esto es un barco resturante para guiris y yo soy el camarero. Por cierto, lleva un lamparón de vino en la bermudas.
Hunter S. Thompson, Miedo y asco en Las Vegas
Me desperté en lo más profundo de Murcia, satisfecho al comprobar que la mosquitera había funcionado. Jean -Pierre Cartea, el cartógrafo francés de nuestra expedición, todavía dormía a pierna suelta, víctima de los desbarajustes horarios producidos por la vida licenciosa tan cara a los hijos de Francia.
Mr. Joseph Perish estaba perfilando su hermoso bigote alfonsino y me recomendó encarecidamente que hiciese lo mismo. Por supuesto, mi querido Perish! Acto seguido nos dispusimos a desayunar; yo mismo preparé los gin-tonics, temeroso de que los lugareños se pasasen con el limón. La señorita Lililover se limitó, sombrilla en mano, a beberse un tazón de cacao importado.
El fotógrafo brasileño de la expedición, mr. Massa, había contratado, dando una muestra de previsión bastante extraña en alguien oriundo del trópico, a un guía nativo, señor Salvador "Calderón" Carmona.
La jornada anterior,guiados por el instinto y, por qué no decirlo,por cierta temeridad bastante impropia de tan eficaces servidores de Su Majestad, nos montamos en un vapor que zarpaba del puerto de Cartagena para adentrarse en las turbias y hechiceras aguas del río Segura. Con el pecho henchido de orgullo y de afán de servicio al Imperio, ni siquiera nos paramos a pensar en las dificultades que las barreras idiomáticas podían plantear a la hora de comunicarse con la tripulación. En otro orden de cosas, la cerveza servida a bordo, a pesar de que estaba fría, fue de nuestro agrado.
Al ver que tardábamos más de la cuenta en zarpar, me levanté raudo de mi taburete, guardé indignado mi reloj de bolsillo en el correspondiente bolsillo, me ajusté los bombachos y me dirigí al capitán. Le informé de lo valioso que era nuestro tiempo y tras mostrarle mis credenciales, le ordené que soltara amarras ipso facto.
-Señor - me respondío el susodicho oficial- guarde el carné de la biblioteca. Esto es un barco resturante para guiris y yo soy el camarero. Por cierto, lleva un lamparón de vino en la bermudas.
Comentarios