UN BARDO CON EXTRAÑOS CRISTALES EN LOS OJOS SE ACERCA POR LAS SOMBRAS DEL CAMINO
Parto de una premisa: acudir a un concierto sin saber tararear siquiera
una canción del artista al que voy a ver y escuchar, guiándome sólo por
los elogios que le dedican aquellos de gustos afines a los míos, los
amigos, que saben mejor que yo lo que me gusta, claro. Parto de cero, y
lo mío me cuesta: ¿Cómo resistir la tentación, pudiendo ver y oír
cualquier cosa enredado en la red de redes? De ahí el mérito de mi
experimento socio-histórico, aislamiento espacio-temporal respecto a una
obra perfectamente accesible, como la de cualquier artista que quiera
darse a conocer hoy día. Pero yo intento sentir lo que se sentía en los
tiempos antiguos: llegan rumores de un bardo y damos por supuesto que
conoce los tejemanejes del corazón humano, porque esa es la base de su
oficio. No está lejos de tu aldea y pronto oirás su canto acercándose
por los caminos. La vida vuelve a ser un erial en el que todo estímulo
exterior es bienvenido, un plató almeriense de spaguetti western
abandonado al que se acerca un forastero cantor.
Leer "Un bardo con extraños cristales..." en hypertrofiados
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