ANDAMOS DE CHINCLÁNS
" Jamás me estaba quieto lo bastante como para poder reflexionar sobre las cosas, pero en cierto modo sentía que mi instinto no se equivocaba. Compartía ese optimismo nómada que postulaba que algunos de nosotros estábamos progresando realmente, que habíamos tomado un camino honesto y que los mejores de nosotros acabarían llegando a la cumbre de forma inevitable.
Al mismo tiempo, compartía la oscura sospecha de que la vida que llevábamos era una causa perdida, que éramos todos actores y que no hacíamos sino engañarnos a nosotros mismos en una odisea sin sentido. Y era esta tensión entre ambos polos - un inquieto idealismo, por una parte, y un sentido de inminente perdición, por otra- lo que me mantenía en el camino."
Hunter S. Thompson, El Diario del Ron
El lunes pasado, aprovechando la circunstancia digna de no ser pasada por alto, nos reunimos el Llisus, Joseíño y yo a las 11 de la mañana para tomar un café, ir al monte (es una mierda ser escocés y todo el aire puro del mundo no va a cambiar eso) y comer por ahí.
Al final comimos de tapas (aquí son jratis), y José y yo, con la cautela que nos caracteriza, íbamos a cocacolas. Todo cambió en la "sobremesa", cuando ellos pidieron unos licores café y yo no iba a ser menos.
No repetimos ni un bar en nuestro entusiasmo vespertino-explorador. Llegamos a la de Josué, bar histórico del parque Jarsía Bayón y auténtico Hall of Fame de la cultura popular riveirense, pues sus paredes albergan fotos tomadas en "la muy blanca y hospitalaria ciudad de Santa Eugenia de Riveira" (título que le fue concedido a principios del siglo pasado) desde los años 20.
Pepe, que regenta el bar, conoce a muchos de los que salen en las instantáneas, ya que es un veterano, y recuerda muchos de los paisajes rib/veirenses que se perdieron para siempre gracias- de nada- al progreso.
Entre los protagonistas de las fotos, que comentamos con Pepe al tiempo que descubría nuestro parentesco con habitantes emblemáticos del pueblo y sus alrededores, había varias de Chinclán, azote de las orquestas, las fiestas de guardar y habitante nativo de las tascas.
Cuando éramos pequeños pensábamos que Chinclán era una especie de insulto ("mete a camisa por dentro, que pareses un chinclán", disían nosas nais) hasta constatar con los años que Chinclán era un señor real que llegó a viejo tras una existencia verbenera en tiempos nacionalcatólicos.
Entre las fotos en las que aparecía Chinclán había una en la que él dirigía una orquesta batuta en mano y visera de oficial en cabeza. Y al lado una caricatura que recogía una escena real, en la que nuestro héroe decía: "arriba españa, viva la virgen tacólica... y la juardia sivil por si acaso."
Rib/veira, eterno vivero de personajes míticos de la estirpe de Chinclán y Ramón Púa y Chaparrito y... cando aínda se podía andar pola calle sen que aljún papaostias motorisado che pudera arrollar co coche.
Al mismo tiempo, compartía la oscura sospecha de que la vida que llevábamos era una causa perdida, que éramos todos actores y que no hacíamos sino engañarnos a nosotros mismos en una odisea sin sentido. Y era esta tensión entre ambos polos - un inquieto idealismo, por una parte, y un sentido de inminente perdición, por otra- lo que me mantenía en el camino."
Hunter S. Thompson, El Diario del Ron
El lunes pasado, aprovechando la circunstancia digna de no ser pasada por alto, nos reunimos el Llisus, Joseíño y yo a las 11 de la mañana para tomar un café, ir al monte (es una mierda ser escocés y todo el aire puro del mundo no va a cambiar eso) y comer por ahí.
Al final comimos de tapas (aquí son jratis), y José y yo, con la cautela que nos caracteriza, íbamos a cocacolas. Todo cambió en la "sobremesa", cuando ellos pidieron unos licores café y yo no iba a ser menos.
No repetimos ni un bar en nuestro entusiasmo vespertino-explorador. Llegamos a la de Josué, bar histórico del parque Jarsía Bayón y auténtico Hall of Fame de la cultura popular riveirense, pues sus paredes albergan fotos tomadas en "la muy blanca y hospitalaria ciudad de Santa Eugenia de Riveira" (título que le fue concedido a principios del siglo pasado) desde los años 20.
Pepe, que regenta el bar, conoce a muchos de los que salen en las instantáneas, ya que es un veterano, y recuerda muchos de los paisajes rib/veirenses que se perdieron para siempre gracias- de nada- al progreso.
Entre los protagonistas de las fotos, que comentamos con Pepe al tiempo que descubría nuestro parentesco con habitantes emblemáticos del pueblo y sus alrededores, había varias de Chinclán, azote de las orquestas, las fiestas de guardar y habitante nativo de las tascas.
Cuando éramos pequeños pensábamos que Chinclán era una especie de insulto ("mete a camisa por dentro, que pareses un chinclán", disían nosas nais) hasta constatar con los años que Chinclán era un señor real que llegó a viejo tras una existencia verbenera en tiempos nacionalcatólicos.
Entre las fotos en las que aparecía Chinclán había una en la que él dirigía una orquesta batuta en mano y visera de oficial en cabeza. Y al lado una caricatura que recogía una escena real, en la que nuestro héroe decía: "arriba españa, viva la virgen tacólica... y la juardia sivil por si acaso."
Rib/veira, eterno vivero de personajes míticos de la estirpe de Chinclán y Ramón Púa y Chaparrito y... cando aínda se podía andar pola calle sen que aljún papaostias motorisado che pudera arrollar co coche.
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